En el corazón del proceso REM se encuentran, perfectamente integradas, las dos finalidades esenciales de la escuela marianista:
1ª. Ayudar al alumno a desarrollar lo mejor de sí mismo construyendo su propio proyecto de vida. Ayudar a que el alumno forje su ser-persona en su totalidad y plenitud hasta su máxima expresión, siguiendo el modelo de un Jesús que encarnó la mayor sensibilidad humana y espiritual al servicio de los demás.
2ª. Ayudar a que este alumno-persona completa, se integre creativa y constructivamente en el mundo que le ha tocado vivir y así poder transformarlo. No era la primera vez que los marianistas escuchábamos esta propuesta de ciudadano transformador de la sociedad (ya que se encontraba en el propio germen fundador de la institución) ni era la primera vez que se explicitaba la necesidad de considerar objeto esencial de educación la sensibilidad social y el sentido social.